Castillo de Loarre (Huesca)

Loarre Huesca Aragón

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Hace varias horas que el portón fue cerrado, apenas varias velas de sebo y antorchas perfilan las casas del pueblo diseminado por el exterior de la muralla. Ha sido un día tranquilo y templado, cosa extraña en esta época del año, aunque es verdad que el clima ha cambiado, al igual que los tiempos. Fortún López, tenente de la fortaleza, medita sobre esto paseando por las terrazas superiores. Observa el pueblo a sus pies, dormido, los huertos y campos arados, negros como el azabache. Bolea y Ayerbe en la lejanía, acechando silenciosas al cristiano castillo. La Hoya se abre y difumina ante sus ojos, tapada por la bruma. Y al final en el horizonte, Wasqa (Huesca), la ciudad de las noventa y nueve torres. El rey Pedro, el primero de su nombre, aconsejado por sus señores, reúne en ese lugar a nobles y soldados. La batalla por Wasqa es inminente y el nerviosismo se condensa en el aire.


Correos y heraldos han divulgado las noticias de las razzias de los musulmanes contra villas y pueblos cristianos de la montaña, en un intento por detener el agrupamiento de los soldados aragoneses. Las tropas rezagadas tienen la orden de reunirse en la fortaleza de Loarre, el cual ya se encuentra concluido aunando en sus dependencias a gente de armas y gente del clero, pues así lo deseó el padre de nuestro rey, Sancho Ramírez.

Fortún musita unas palabras que la distancia diluye en forma de gruñido, y se arrebuja en la oscura capa. Tan sólo queda un caballero por llegar con sus hombres...

Los minutos pasan y una pequeña serpiente formada por titilantes luces se distingue al sur de la villa.

De Cine

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