Durro (Lleida)
Durro L CT
El pueblo de Durro es seguramente el mejor conservado del valle, con calles en cuesta y casas de tejado de pizarra con chimenea y grandes muros de piedra que protegían a sus habitantes de los rigores del duro invierno.
Un pequeño sendero conduce hasta las ruinas de la ermita de Sant Quirce. Narra una leyenda que, en tiempos de sequía, los vecinos subían hasta aquí a mojar los pies del santo para obligarle a traer la lluvia. Sant Quirce nunca defraudaba, pero una vez un campesino enfadado, porque el agua tardaba en llegar, sumergió la imagen en una acequia y, a las pocas horas, un furioso vendaval estuvo a punto de inundar el valle. La verdad es que la pequeña ermita ha sido olvidada, más que por la faena del santo, por la sorprendente belleza de sus hermanas mayores.
Y es que el valle del Boì tiene las más bellas iglesias románicas del Pirineo, caracterizadas por sus torres. Todo el Boì está salpicado de diminutas aldeas de calles apretadas y empedradas, formando a veces pasadizos con las casas y con algún monumento románico-lombardo. Y todas las poblaciones se encuentran rodeadas por un espeso manto de bosques y prados. El municipio de Barruera cuenta con 15 iglesias románicas, entre las que destacan las de Sant Climent y Santa María de Taüll, Sant Joan de Boì, Santa Eulalia d'Erillla-Val y la de la Natividad de Durro. Las pinturas que decoraban los interiores, también románicas, se hallan en la actualidad en el museo de Arte de Cataluña (Barcelona), en Lérida, Vic y La Seu d'Urgell. Algunas han viajado más lejos, al museo Fogg, de Bostón, en Estados Unidos.
Su iglesia de la Natividad alberga un interesante retablo barroco. En las afueras podría verse algún rebaño de ovejas, guardadas por esos perros pirenaicos ( gossos d'atura) de abundante pelaje, pequeñas manadas de caballos y alguna que otra vaca. Son estos parajes ideales para practicar el senderismo, la bicicleta de montaña, el esquí de fondo y otros deportes más arriesgados, como el parapente o el descenso de barrancos. En invierno abre sus puertas la estación de esquí de Boì-Taüll. Los amantes de los balnearios disponen de las termas de Caldes de Boì, aprovechadas ya por los romanos y por el mismo Julio Cesar, quien estuvo en ellas, según dicen.
Fuente: rurismo.com