Monte Palatino de Roma

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El monte Palatino es una de las siete colinas que forman el corazón de Roma. Además de ser la más céntrica, también es el lugar donde Rómulo fundó la ciudad y donde los emperadores fijaron su residencia hasta la caída del Imperio Romano. Se trata de una de las áreas más antiguas y con más historia, por lo que su visita es casi obligada.

Quiénes eran Rómulo y Remo
Cuenta la leyenda que Ascanio, hijo del héroe troyano Eneas, fundó la ciudad de Alba Longa en la orilla derecha del río Tíber. Cuando el trono pasó a manos de Numitor, su hermano Amulio lo destronó y acabó con todos sus descendientes varones. A la única hija que tenía, la condenó a ser sacerdotisa de la diosa Vesta, de esta forma se garantizaba su virginidad. Sin descendientes no podría amenazar su trono. A pesar de ello, Marte (dios de la guerra) se enamoró de la joven y engendraron dos gemelos: Rómulo y Remo. Para protegerlos de una muerte segura, los arrojaron en una canasta al río Tiber, pero el cesto encalló en un lugar entre las siete colinas.

La mitología cuenta que fue Luperca, una loba y animal sagrado de Marte, la que amamantó a los pequeños hasta que un pastor y su mujer los criaron en secreto. Aunque también existe otra versión que sostiene que el término loba, en latín lupa, era utilizado para referirse despectivamente a las prostitutas de la época, por lo que quien lo amamantó podría haber sido una mujer de mala vida.

Cuando los pequeños crecieron, mataron a Amulio y devolvieron el trono a Numitor, su abuelo. De regreso al monte Palatino, donde habían sido criados y se encontraba la cueva de Luperca, decidieron fundar su propia ciudad. Al comenzar a discutir sobre la ubicación de la misma decidieron resolverlo a la manera etrusca, contando el vuelo de las aves. Rómulo contó 12 buitres sobre la colina del Palatino, mientras que Remo únicamente pudo ver 6 en la colina del Aventino. Entonces Rómulo estableció los límites de la nueva ciudad y ordenó que nadie los traspasara. Su hermano, enfadado tras la derrota, decidió desafiarlo y cruzó el límite, por lo que Rómulo, siendo fiel a su palabra tuvo que matar a Remo, convirtiéndose así en el primer rey de Roma.

El monte Palatino, la residencia de los emperadores
Se dice que el monte Palatino fue donde Rómulo fijó su residencia y, según las excavaciones, ha estado habitado desde el 800 a.C., por lo que es la zona más antigua de la ciudad. Durante la República, además de los reyes, todo tipo de clases sociales habitaban en la colina. Se rodeó el Palatino con una muralla y se construyeron varios templos alrededor de la casa de Rómulo. Sin embargo, el monte fue poco a poco ocupado por las clases altas, que construyeron allí sus villas y palacios. Personajes célebres como Marco Antonio, Nerón o Cicerón, tenían villas en aquel lugar. Incluso fue donde nació Augusto, el primer emperador romano.

Fue él quien comenzó la transformación del Palatino en un lugar de residencia exclusivo para los emperadores. Al principio, la Domus Augusti (casa de Augusto) era modesta en comparación con el lujo extremo de las villas de la zona. El emperador, con fines propagandísticos, buscaba que la gente lo viera como a un ciudadano más. Aunque a principios del siglo I d.C. ya había adquirido todas las viviendas de la colina para convertirla en la sede de la familia imperial. El siguiente emperador, Tiberio, se trasladó a la zona noroeste y mandó construir un palacio cerca de la vivienda de Cicerón.

Durante el mandato de Nerón, se reformó la zona este de la colina y se creó la Domus Transitoria, un lujoso palacio que se levantó dos veces tras ser pasto de las llamas. Sin embargo, el emperador Vespaciano finalmente lo mandó derruir para ampliar la Domus Augustana (palacio de Augusto) y como resultado nació la Domus Flavia (también conocida como palacio de Domiciano, el último emperador de la dinastía Flavia). Con la llegada del emperador Septimio Severo se construyó al sureste la Domus Severiana. Todos estos palacios imperiales estaban orientados hacia el Circo Máximo, de modo que su esplendor era visible para los ciudadanos.

Con la caída del Imperio Romano, el Palatino fue abandonado. En el siglo XI, se encontraba prácticamente en ruinas y las familias aristócratas comenzaron a disputarse el control de la colina. Por aquel entonces, se desenterraron algunos restos y se crearon hermosos jardines como zona de recreo. Aunque no fue hasta el siglo XVIII, cuando comenzaron las excavaciones arqueológicas.

Guía para visitar el monte Palatino de Roma
Hoy en día, el monte Palatino es un enorme museo al aire libre repleto de imponentes vestigios de la Roma más antigua. Su visita se puede realizar por dos entradas: una a través del Foro Romano, cerca del arco de Tito; o por detrás del Arco de Constantino, muy cerca del Coliseo. Si visitas el Palatino te recomendamos que no te pierdas los siguientes edificios:

Domus Flavia
Este palacio construido en el 81 a.C. por el emperador Domiciano fue utilizado como residencia privada y contaba con un lugar para recepciones públicas. Además, algunas estancias estaban conectadas con la Domus Augustana y el Circo Máximo.

Hipódromo de Domiciano
Se trata de un pequeño circo romano que se usaba como jardín. Muchas de las esculturas recuperadas durante las excavaciones se encontraron aquí. Además, debido a su tamaño se cree que nunca se celebraron carreras de carros, solo competiciones a pie.

Casa Livia
Esta vivienda construida en el siglo I a.C. es uno de los edificios mejor conservados en la colina (incluso se pueden apreciar los restos de mosaicos y frescos en las paredes). Aunque se conoce como casa Livia, realmente se trata de una ampliación de la Domus Augusti (casa de Augusto), donde se fue a vivir la viuda del emperador tras su muerte, y donde residió el emperador durante 40 años.

Jardines Farnese
En 1550, la familia aristócrata de los Farnese ordenó realizar sobre las ruinas del palacio de Tiberio unos hermosos jardines de recreo, unos de los primeros jardines botánicos de Europa.

Museo Palatino
Este pequeño museo acoge todo tipo de restos arqueológicos del monte Palatino, frescos y magníficas estatuas, hasta los primeros mosaicos y columnas de la ciudad.